sábado, 16 de abril de 2011

Lucía

Tres meses y aún no despierta. Camila empieza a pensar más de lo habitual hasta que su reflejo en la botella se desvanece.

Ya es tarde señora dice la enfermera de turno, mientras revisa las baterías de su linterna.

Camila levantó el rostro y quedó en silencio por un par de minutos. Ya no había más que pensar. Su hija podía morir esa misma noche o quizás la siguiente.

Es el destino repetía Camila una y otra vez como forzándose a asimilarlo.

¿Hoy igual Señora? ¿Hoy también se quedará? dijo la enfermera en voz baja.

Camila le sostuvo la mirada y un segundo silencio se apoderó de la habitación. No podía dejar de recordar o pensar en aquellos momentos con su hija. Momentos en los que se alcanza tanta felicidad que uno se siente invencible, inmortal.

La enfermera dejó la linterna sobre una mesita de metal cerca la camilla donde estaba Lucía.

Ya no la molesto más le dijo, retirándose con una leve sonrisa de complicidad o cortesía.

Ella nunca lo supo, como tampoco supo por qué su única hija estaba postrada en esa camilla y aún no despertaba.

Luego que la enfermera dejara la habitación. Camila se acercó a su hija, la tomó de las manos y dejó caer varias lágrimas.

No soporto verte así, hijita linda. No, no más. Pero por algo pasan las cosas. Es el destino – dijo Camila casi susurrando.

Cada vez que ella la veía al rostro no podía evitar esos recuerdos que para ella eran inolvidables. Ni el cansancio, ni sus setenta y tres años la iban a hacerla renunciar a ellos.

– Soy tu mamá y nunca dejaré de serlo. Siempre serás mi niñita– decía Camila con esperanza que Lucía la escuchará.

Era medianoche y todavía se notaban algunas luces por la ventana. Camila acostó su cabeza, pero nunca soltó las manos de Lucía. Trató de descansar, pero la realidad la golpeaba cada vez más fuerte.

– ¿Qué haré sin mi hijita? ¿Qué haré si nunca despierta? – se preguntaba Camila continuamente.

Trajo a su memoria aquel momento en que ambas hablaron del tema.

Un viernes, un viernes de visita.

– Mamá, ya llegué – gritaba lucía mientras abría la puerta con la llave que le había dado su mamá – Mamá, mamá – repitió un par de veces más.

– Estoy aquí Lucía, en mi cuarto – respondió alegremente Camila.

Lucía entró al dormitorio y como de costumbre empezó a contarle de su trabajo. A Camila le gustaba escucharla. Más que hacerla sentir útil, la hacía sentir su amiga.

Lucía le contaba sobre su nuevo jefe hasta que por circunstancias que no se pueden explicar se tocó el tema.

– ¿De qué vecino me hablas? – preguntó Camila.

– Del Don Juan ese, él que te viene a visitar – respondió Lucía alzando las cejas.

– ¿Del señor Víctor? Que Dios lo tenga en su Santa Gloria – dijo persignándose Camila. –El señor Víctor ha fallecido este martes. Reciencito ayer fue su entierro.

Pero el Don parecía sano – dijo Lucía.

– Sí, pero así es el destino – añadió su mamá.

– ¡Ay mamá! Yo no sé qué haría si te pasa algo. Seguro que me mato – afirmaba Lucía.

– ¿Qué vas a hacer pues? Es el destino, No hay nada que se pueda hacer – dijo Camila levantándose de la cama.

No había pasado más de la una y en el pasillo del hospital discutían dos enfermeras. El cambio del turno se había demorado.

Camila se levantó, soltó las manos de su hija y cerró las cortinas. Luego de un momento ya no existía ruido alguno. Ni las voces de las enfermeras, ni el goteo del caño de la habitación de al lado. Poco a poco el cansancio la invadía. Su avanzada edad le empezaba a pedir un descanso.

La enfermera pasaba la última revisión a los cuartos. Dudando si era esa la habitación correcta entro para recoger la linterna.

– Disculpe vi la puerta abierta y no pensé que seguía despierta – dijo la enfermera de turno.

– No quisiera incomodar pero necesito la linterna que le dejó Susana – añadió.

– No se preocupe. Está ahí sobre la mesita – respondió Camila.

– Susana me conto su caso. Su hija tiene mucha suerte. Ya verá que se recuperará pronto. Usted necesita descansar – trataba de convencer, la enfermera.

La enfermera tomó la linterna y reviso que todas las ventanas estén cerradas.

– Buenas noches señora – dijo la enfermera, mientras salía de la habitación.

Camila trató de dormir una vez más, pero fue en vano. Solamente logró acordarse de cuando Lucía aún no nacía. Cuando ella la esperaba con ansias mirando su vientre abultado y pedía a Marcos, su esposo, que le tomara fotos cada mes. Cuando aprendió a decir mamá y cuando dio sus primeros pasos. Quedó dormida.

– Llamen al doctor, defunción a las tres horas cuarenta y dos minutos, causa por dos paros cardiacos con intervalo de ocho minutos – se escuchaba por los pasillos.

Lucía había dejado de respirar hace una hora aproximadamente y habían sedado a Camila para evitar que la noticia la altere.

Las personas salían y entraban de la habitación. Todos ahí por una muerte. Algunas personas tomando anotaciones y otras cuantas haciendo yo que sé.

Camila había quedado completamente dormida y no pudo ver, por última vez, a su hija hasta por la tarde. Tal vez fue el destino quien lo quiso así. Tal vez una recompensa a esos dos meses en el hospital o simplemente coincidencia.

Al despertar Camila, vio al doctor parado frente ella. No hubo necesidad de decírselo.

Camila no decía ni una palabra. No podía contener el llanto. Pero sí sentía paz. Dentro de sí tenía una sensación que la tranquilizaba. Trataba de recordar ese último momento en que hablaron. Pudo acordarse de la nota. De esa nota que le había dejado Lucía. La nota que su hija le escribió antes de tratar de quitarse la vida. Antes de tirarse de su departamento de Miraflores. Antes de caer en coma. Antes de todo.

La vida es la vida y la muerte eterna. Es el destino mamá.

jueves, 13 de agosto de 2009

Melancolía.

( . . . )

Luego de haber caminado por dos minutos con epitna, nos sentamos en la ventana mirando esos dos planetas que nunca se mueven.

- Alguna vez se daran cuenta que no sólo ellos existen.
- No lo sé.
- Pero, pasarán lo que nosotros pasamos para estar aquí, ¿verdad?
- No lo sé.
- Bueno espero que se salven casi todos, mi madre no se salvó.
- Sí lo sé, pero quedaste tú. Pero ya, todo está bien. Eso ya pasó hace 20 tencos.
- Es cierto, ademas ya falta poco para que venga la nueva generación. Y talvez sí, talvez fue la última en reencarnar. Talvez ella sabía de algun modo que yo estaría esperandola.

Cuando acababa de secar sus lagrimas de esperanza. Pensé en mi familia. ¿Dónde rayos estarían? ¿A dónde los habrían llevado aquel dia de los reyes?, nuestra luz se tornaba ahora celeste y con más fuerza. Nunca había pasado. Nos apoyamos en esa roca en dónde esperabamos hasta dormirnos.

- Te dije que pasaría otra vez.
- Tenias razón valió la espera, porfin !
- Ven dame la mano, no nos perdamos de ésto de nuevo.
- Tengo frío.
- Perdón, no fue mi intención.

Las luces de todos nosotros se dispersaban cada vez más, pero el de aquella niña no. ¿Qué le pasaría?

- Ven, yo te presto mi risa. Tranquila!
- No trodu! Te lo perderas.
- Quizás no.

Empezaron a llegar de ambos lados. Pero desde la puerta colonizada sólo tiles. La niña miraba alegre, entonces empezaron a entregar nuestras almas. Porfin luego de tanto.
- ¿Qué cambios habrá ahora?
- No lo sé.
- Ya se hace de noche nuevamente esperemos una hora para hablar con luces.
- Hasta mañana niña.
- Muchas gracias.

(...)

Qué tal cuento!

( . . . )

En el relato :
- Temo decir mucha informacion. (y sabes porqué)
- Temo parecer cursi.
- Temo descubrir lo que siento.

Hacia tí :
- Temí decite todo lo que sentía.
- Temí ir a buscarte.
- Temí alguna vez salir contigo.
- Temí compartirte.

Pero porfin acabó. En algunos momentos creo poder dejar de pensar en ésto y dedicarme a cosas sin importancia. Pero lo necesito y tratare de hacerlo.

Entender lo breve.

lunes, 22 de diciembre de 2008

No lean ésto.

( . . . )


Creo no tener un tema para habla hoy. Tengo mis sentimientos combinados y es que a pesar de todo, me importas.

Aunque no me creas y no leas este blog, cuando te conocí nunca pensé pasar por todo esto. Te agregué de un foro bien caleta. Te empezé a hablar y me pediste crearme un a cuenta. Al pasar el tiempo sólo pensaba en ti y te lo confesaba. Me decías haberte enamorado de mi y yo te creía, pues sentia el doble.

Nos peleabamos por cosas insignificantes. Te veía por webcam y tu me escuchabas hablar. Me sentía bien. Vives a tres países del mio. Pero me tome la molestia de llamarte. Sabes qué, fueron los cuatros minutos más geniales de mi vida (hasta ahora por cierto), me empezé a tomar fotos por ti, ya que exigías conocerme y yo escucharte. Me gustaba tu dejo extranjero pero también algunas palabra peruanas que aprendiste.

Llegué a conocer a tu familia y a un par de amigos tuyos. Una a quién dejaste de hablar luego de un malentendido y otro que por ratos creo que es algo más.

Creo gustar de el dolor espiritual, porque luego de todo seguíamos hablando. Y nos molestabamos por cosas inexplicables que nosotros mismos creabamos.

Ten en cuenta que soy muy confuso, pero siempre sentire esas cosas que te contaba 4 meses atrás.

Perdido en el tiempo. Está bien nadie cambio, sólo crecimos.


domingo, 21 de diciembre de 2008

¿Soy yo?

Hoy domingo, no existo.

Pues, no siento algo que me haga sentir o darme cuenta que estoy vivo.

Mi mente está totalmente nula. Hasta mañana.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Clases y recuerdos idos.

( . . . )

Se acabaron las clases y con ellas todo el colegio. Lo raro es que fue como un dia normal. Bueno lo fue para mi. Al acabar mi exámen de un cero fijo, aunque no sonó la campana era salida. Extraño, porque fue a la 1:47. Me levante y me dirigí al paradero (creado por mi), que por pura casualidad esta al frente del colegio. Pude observar a ese grupo al cual se le llama promoción. Mi promoción. Se despedian y se hacian recuerdos borrables ya que los permanentes lo hicieron desde marzo.

Aún tengo puesto el polo con los rayones de plumon lavable. Y la verdad siento un vacio, no por el "los voy a extrañar", sino porque parado ahí con el sol apuntandome emergen varias preguntas en mí sin haberlas pensado. Ví mi carro aproximarse, pero no le tome importancia. Quería seguir explorando aquel escalofriante vacio que era bloqueado por el sol.

Decidí tomar el carro siguiente, en el cual tuve que ir parado por desicion mia. De pronto todo se torno gris y silencioso. Mis brazos se movian lentamente, levante la mirada y vi un niño llorando através de la ventana. Mis piernas se quebraban y sin darme cuenta me había sentado. Comenzé a escarbar en mi memoria y a recordar esas cosas que de niño normal no hize. Entonces caí en un lugar oscuro y escuche un "Oeeeeeee te he dicho baja!!!" y abrí los ojos.

Por inercia, llegué a casa y vi el arbol de navidad desarmado. Entonces recordé a mi madre diciéndome el miércoles salimos en la mañana. Me senté al frente del monitor y pude comprender.

( . . . )

Quinto año de cruz saco. Fue como todas las promociones. De esas que rien y lloran, las que aunque no tengan un viaje, tienen nombre. De esas promociones que burlan la autoridad y creemos ser invensibles, de las que esquiban problemas juntos y hay rivalidad entre sus miembros de caracteristicas infinitas.

Les deseo mucha suerte en todo lo que hagan y que en esta vida la pasen demasiado genial. Sean felices. Inténtenlo.

Psdt: No se casen rápido.

Vano recuerdo.

( ... )

Hoy te conosco, pero ayer te vi.

La primera vez que te vi fuiste inconclusa con frases sin terminar. Aunque era una hora por semana me di cuenta poco a poco que eras especial. Siempre ibas con algo que me llamaba la atencion. Si no era tu ropa, era tu peinado alocado. Eras confusa y no temias a nada. Alguna vez te dije cosas sin sentido pero eso provocabas en mi. Trataba de hablarte pero lamentablemente sin exito, pues tenias enamorado. Pasó el tiempo y me permitiste seguir con el juego, jugaste conmigo, jugabamos juntos cada noche al marcar un 9 a las 11.

Lo habiamos vuelto costumbre y me encantaba. La noche cinco no tenia nada que decir, como de costumbre, pero pude escuchar tu respiración y tú la mia. Fue extraño. Hubo un silencio y caimos en un dulce avismo. Erizabas mi piel.

Me hablabas de temas totalmente tuyos que no recuerdo bien. No paraba de suspirar hasta que me pediste ser tuyo de una manera que no debio ser. Y de la cual hubiera querido que sea distinta para decirte gritando sí !!!


Luego nunca mas te vi directamente. Te encontre un par de veces cuando vagaba por barranco y ya tenias rasgos de haber cambiado una vez por dia.

Era adicto al limón y tu eras vegetariana, sé que no tiene nada que ver, pero yo encontraba compatibilidad. Empezaba a conocerte luego de un gran silencio de dos meses. Pero cambiaste una parte de tu ideologia y la vida se propuso cambiar la otra parte. Sin embargo igual me atraías.

Tuviste problemas y no pude estar cerca de ti, pues no lo nesecitaste. Me decias que no estabas conforme y que huirías. Te admiro.

Pues ahora creo sentir lo mismo, pues soy demasiado humano para ser ajeno a este collage de sentimientos. Y si tuviera que decirte algo hoy seria que "la pases bien mañana."